jueves, 6 de agosto de 2009

Oda a la oscuridad


Confieso que amo la oscuridad, la penumbra de la noche me atrapa lentamente con su tranquilidad, respiro en una atmósfera de paz al sentir la invasión de la oscuridad.

Mis ojos perciben claramente lo que desean ver, se sienten libres al estar en un mundo que dominan, pues son como dos rayos de luz que sobresalen en las tinieblas, observan la divinidad de las estrellas que iluminan el universo.

Al empezar la noche, intento dormir pero mis ojos intranquilos renuncian a cerrarse. Me siento en plena calma, escucho claramente los sonidos de la noche rogándole al cielo que no aparezca el día, hablándole al Sol para que sucumba en la infinidad de la oscuridad. Le susurro a la Luna que permanezca radiante en la sencillez de la noche y contemplo plácidamente el resplandor que emana su bella luz al reflejarse en la inmensidad del mar.

Pero es inevitable ver llegar la luz del día sin ser invitada, el sol obliga con recelo y agresividad natural a la luna a ocultarse, y ella se refugia con ínfima tristeza aferrándose a la profundidad de mis ojos que la abrazan tiernamente con el brillo de su nostalgia.

Aún así, mi mente sedienta de la noche no se desespera, se conforma impacientemente con saber que en unas horas todo regresará a la normalidad y yo seguiré amando y disfrutando del paisaje que se esconde en mi hermosa y apacible oscuridad.

1 comentario:

  1. Siempre existe una luz despues de la oscuridad, una luz al final del tunel :) Saludos desde USA

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